Estados Unidos: Gusanos en la comida, mosquitos... Los migrantes hablan del "Alcatraz de los caimanes"

El centro de detención, que lleva el nombre de la antigua isla prisión de San Francisco que Donald Trump planea reabrir, ha provocado ira entre grupos ambientalistas y activistas de derechos humanos.
"No he visto la luz del sol en 14 días", dice Luis González, un cubano de 25 años detenido en el "Alcatraz de los Caimanes", el nuevo centro de detención para inmigrantes indocumentados construido por la administración Trump en Florida. Los días se hacen eternos para los detenidos en este centro ubicado en los hostiles pantanos de los Everglades, en el sureste de Estados Unidos.
Las celdas, iluminadas por lámparas permanentes, no tienen ventanas. No hay relojes ni televisores que indiquen la hora. Para los presos, el concepto del tiempo ya no existe. "Ni siquiera un animal sería tratado así. Es una tortura", declaró Luis Gonzales, contactado por AFP por teléfono desde el centro.
3.000 plazas previstasEl diario Los Angeles Times informa que los reclusos denuncian tener gusanos en sus alimentos y baños que no funcionan.
Este centro de detención, con hileras de literas, encerrados en jaulas de alambre bajo pabellones de lona blanca, se construyó a toda velocidad sobre las ruinas de un antiguo aeródromo y abrió sus puertas a principios de julio. Se prevén unas 3.000 plazas, según la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem.
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La Casa Blanca y las autoridades locales lo han apodado el "Alcatraz de los Caimanes", en referencia a la antigua isla prisión en San Francisco que Donald Trump planea reabrir . Sin embargo, el centro, que se ha convertido en uno de los símbolos de la política migratoria de la administración Trump , ha provocado la ira de grupos ambientalistas (los Everglades son un área protegida) y defensores de los derechos humanos.
Luis González llegó a Estados Unidos en 2022 y se estableció en Florida. Fue liberado por las autoridades mientras se revisaba su solicitud de asilo. Sin embargo, el mes pasado, su solicitud fue rechazada. La policía de inmigración acudió a arrestarlo. Afirma que estuvo encadenado durante más de un día en un autobús con otros detenidos antes de ser llevado al "Alcatraz de los caimanes".
" Como si fuéramos asesinos""Nunca nos hacen salir de las carpas. Y cuando nos llevan al comedor, tenemos que ponernos las manos en la cabeza como si fuéramos asesinos", dice el joven. Luis Gonzales comparte celda con unas treinta personas. El espacio, al que él llama "gallinero", está rodeado de alambre de púas y rara vez se limpia.
Lo mismo ocurre con los tres baños compartidos por los reclusos. No le dieron desodorante ni pasta de dientes y llevaba una semana sin ducharse cuando llamó a AFP. Los días son abrasadores, mientras que las noches son tan frescas que las mantas proporcionadas no abrigan a los reclusos. Enjambres de mosquitos invaden las celdas.
Algunos reclusos también denunciaron la falta de atención médica. Michael Borrego Fernández, de 35 años, se quejó de dolor, pero solo fue atendido cuando empezó a sangrar, según sus abogados. Tuvo que ser hospitalizado y sometido a una cirugía de emergencia por hemorroides. A su regreso, no le administraron antibióticos. Sus heridas se infectaron y tuvo que ser hospitalizado de nuevo.
Marcos Puig, de 31 años, se rebeló contra las condiciones de su detención. Contactado por teléfono desde otro centro en Florida, donde se encuentra actualmente recluido, dijo que rompió el inodoro de su celda antes de la visita de altos funcionarios, como señal de protesta. Luego, presuntamente, lo golpearon y lo dejaron de rodillas durante 12 horas en un espacio sin cámaras ni aire acondicionado, antes de ser trasladado a otro lugar.
Un ecosistema frágilOtro recluso, Rafael Collado, de 63 años, le dijo a su pareja que había intentado suicidarse dos veces y que había hecho huelga de hambre.
Abogados y activistas exigen el cierre del centro de detención de Everglades, objeto de dos demandas. Una de ellas alega que a los detenidos se les niega representación legal y se les mantiene recluidos sin cargos.
"Hay gente que ha estado aquí desde que llegó y aún no ha visto a un juez. (...) Es completamente ilegal", dice Magdalena Cuprys, abogada de Luis González. Mientras tanto, dos grupos ambientalistas han presentado una demanda, argumentando que el centro amenaza el frágil ecosistema de los humedales circundantes y se construyó sin estudios de impacto ambiental.
La semana pasada, una jueza federal ordenó una suspensión de 14 días de todas las nuevas construcciones en el centro mientras considera el caso.
Le Républicain Lorrain